viernes, 16 de abril de 2010

OTRA VEZ SOPA: LA JUSTICIA DIJO “NO”


Nuevamente la Justicia argentina anuló un matrimonio entre personas del mismo sexo.

Esta tarde la jueza Martha Gómez Alsina rechazó el casamiento entre Norma Castillo y Ramona Areval, ambas de 67 años.

Alsina hizo lugar a una medida cautelar presentada por un abogado y declaró inexistente la boda, hasta que no se modifiqué la ley en cuestión.

La primera unión civil entre 2 mujeres en la historia de nuestro país, se realizó el pasado 9 de abril en el Registro Civil del centro porteño, luego de que la jueza Elena Liberatori hizo lugar a una acción de amparo presentada en el mes de febrero de 2007.

Días atrás, pero en Tierra del Fuego, la Justicia declaró inexistente el matrimonio celebrado entre Alex Freyre y José María Di Bello en Ushuaia el 28 de diciembre pasado, tras haber sido rechazado en la ciudad de Buenos Aires por el juez Marcos Meillien.

Es vital aclarar que avanza en el Congreso el proyecto para modificar la ley de matrimonio vigente. En el día de ayer, se aprobó en comisiones parlamentarias de Diputados, la iniciativa que legaliza el casamiento entre personas del mismo sexo.
En caso de aprobarse en los recintos de ambas cámaras, las parejas homosexuales no deberán acudir más a la justicia para dar el “SI”.

La alegría y emoción que mostraban Norma y Ramona con su libreta de matrimonio luego de 30 años en pareja merece muchísimo más respeto. A pesar de este revés, confió en que la justicia promulgará la nueva ley que le permitirá contraer enlace a gays y lesbianas en nuestro país.

Que viva el amor para todos, sin distinción de sexo. Nada ni nadie debe prohibir el sueño de cada ser humano.

¿Qué opinas del casamiento entre personas del mismo sexo? Deja tu comentario.

martes, 13 de abril de 2010

CLARÍN (MAL)INFORMA


A continuación damos a conocer la carta que le envió el club Atlético Vélez Sarsfield al diario Clarín, el pasado 12 de abril, en relación a la erronea información que le brindan a sus lectores luego del partido frente a Estudiantes (LP) y su saña contra el club por parte de "algunos" de sus periodistas.

Como dicho diario ni se rectifica ni da a conocer el manuscrito, me pareció interesante que Uds. por este blog se enteren para estar "bien" informados.



Sres. Ricardo Kirschbaum, Ricardo Roa y Julio Marini:
Diario Clarín

Por medio de la presente, el Club Atlético Vélez Sarsfield desea poner en su conocimiento el gran malestar que nos genera las reiteradas oportunidades en que se agravia desde sus páginas, a nuestra institución que hoy transita su año centenario.

Hemos notado y nos han hecho notar, como de un tiempo a esta parte se utiliza recurrentemente una situación puntual de un partido de fútbol para reiterarlo en cada uno de los comentarios firmados por dos periodistas de su staff cada vez que nuestro primer equipo disputa encuentros y sufre los avatares de un erróneo arbitraje.

A continuación y a modo de ejemplo de lo que remarcamos transcribimos dos párrafos de diferentes notas sobre el encuentro entre Vélez Sarsfield y Estudiantes de La Plata, del partido correspondiente a la 13º fecha del Torneo Clausura 2010; publicado en el Diario Clarín, el viernes 9 de abril de 2010, en las páginas 58 y 59 de la sección Deportes.

Cierra Waldemar Iglesias, la nota titulada “Una mano y mucho coraje le dieron impulso a Estudiantes” con el siguiente párrafo:

“Para Vélez esta derrota tuvo el significado de una despedida del frente local: quedó a ocho puntos de la cima. Y ese adiós llegó acompañado de una curiosidad: en el mismo arco en el que un error arbitral lo consagró campeón hace poco menos de un año, otra omisión del mismo asistente (Hernán Maidana) lo dejó sin posibilidad de seguir dando pelea”.

Por su parte, Adrián Casaccio hace lo propio en la nota “Furchi: ‘No vi una mano en el gol’”, en el siguiente texto que copiamos:

“En ese mismo arco, Maidana fue el asistente que el 5 de julio del año pasado no observó infracción de Joaquín Larrivey a Gastón Monzón, jugada que derivó en el gol que Maxi Moralez convirtió faltando apenas siete minutos y que le dio el título de campeón a Vélez. En ese mismo arco, Maidana levantó el banderín indicando la posición adelantada de Eduardo Domínguez en el primer tiempo cuando el defensor convirtió en forma legítima un gol de cabeza”.

En primer lugar, debemos informarles a sus dos cronistas, que la terna arbitral para el encuentro disputado el 5 de julio de 2009, correspondiente a la 19º fecha del Torneo Clausura 2009, estaba encabezada por Gabriel Brazenas, quien estuvo secundado por los asistentes Ricardo Casas y Hernán Maidana. En el afán de querer manchar una vez más la imagen de Vélez Sarsfield (como en más de una oportunidad desde sus informes), tanto Waldemar Iglesias como Adrián Casaccio omitieron que el asistente que juzgó las acciones de juego desde ese sector (el del arco donde marcó el gol Moralez) fue el asistente número uno Ricardo Casas, y no el asistente número dos Hernán Maidana como mal informan a sus lectores. Además, las reiteradas veces que se utiliza esa jugada para hacer referencia a fallos polémicos actuales, no hace más que dejar en evidencia el poco profesionalismo de estos dos periodistas, dejando llevar sus plumas, en el caso puntual del Señor Waldemar Iglesias, por la pasión de los colores por el cual simpatiza futbolísticamente.

En definitiva, cansados de que la conducta descripta sea reiterada, siempre por los mismos periodistas, lo que nos lleva a concluir que no se trata de una mera coincidencia, ya que ha habido muchos fallos polémicos de distintos árbitros y en distintos encuentros, incluso en el ultimo partido disputado entra ambos equipos, pero sin embargo los mencionados solo ejemplifican con el partido antes relacionado, solicitamos que ese medio subsane su error utilizando el mismo formato y espacio con el que se mal informo a los lectores ya que no consideramos como una rectificación la diminuta fe de erratas publicada el sábado 10 de abril de 2010; y se proceda al cese de este tipo de actitudes para con el Club Atlético Vélez Sarsfield, que bueno es recordar ha acogido de la mejor manera y en todo momento a los periodistas y enviados del gran diario argentino.

Sin más,
Saludamos muy atte.

Dr. Fernando Raffaini
Presidente
C.A. Vélez Sarsfield

Dr. Miguel Calello
Vicepresidente 1º
C.A. Vélez Sarsfield


martes, 6 de abril de 2010

CRÓNICA DE UN VIERNES SANTO (Inundado)


Llegó el viernes santo y con eso, la escapada de descanso esperada. Una isla del delta de Tigre fue el lugar elegido, tras desechar uno y otro plan de mayores distancias por motivos económicos.

Tomé tempranito el colectivo 108 (en dónde me enamoré de una morocha con suelas muy altas y unos ojazos verdes envidiables, llamada Sheila) hasta General Paz y combinación con el 21 ramal Tigre.
Al llegar a la estación me encontré con varios de los chicos invitados al evento (gracias a una página Web). No conocía a ninguno. Francia -sí, así dijo llamarse una Bogotana- juntó la plata de todos para comprar el pasaje en la Interisleña (lancha colectivo).
55 minutos demoró el barquito en depositarnos en el arroyo Rama Negra, sitio en dónde quedaba el esperado camping.

Allí nos recibió el anfitrión, Leonardo, invitándonos a degustar un riquísimo pan casero, empanadas, cerveza helada y vino en cartón –que yo no me animé siquiera a probarlo -.

Se hizo la noche y con ello llegó el primer fogón popular. Casi 40 personas en rededor de una fogata que alcanzó unos 5 metros de alto y que, por culpa de unas maderas humedecidas, saltaron chispas que provocaron decenas de pequeños agujeros en 3 carpas cercanas.
En la ronda se hizo un repertorio inolvidable: 3 guitarras, 2 bongos, y hasta un huevo de percusión –el cual me animé a tocar por varios minutos- hacían que todos entonáramos fervorosamente canciones de Los Piojos, Los Rodríguez, Los decadentes, Gilda y hasta un Reggaeton paupérrimo. Todo esto -claro está- con altas cantidades de botellas circulando entre los presentes e importantes contenidos etílicos en sangre (entre otras cosas prohibidas).

El cese del fuego, me invitó a dormir alrededor de las 4 de la madrugada. Pase un frío importante en mi carpa ya que no tenía bolsa de dormir, a pesar de acostarme con todo el abrigo que llevé: jean y pulóver de lana. Además como no tenía almohada, el cuello me quedo, literalmente, a la miseria.

La tarde del sábado fue con un gran sol, chapuzón en el río y lectura de apuntes facultativos. Pero fue cuando regresé al camping que empecé a alarmarme: la zona de mi carpa se estaba empezando a inundar. Afortunadamente llegué antes para desarmarla. Me preguntaba: ¿cómo podía ser que se inundara el lugar, si había un sol maravilloso? Así algunos pseudos-especialistas me explicaron que tenía que ver con las lluvias que venían de la Mesopotamia, sumado a un factor lunar (el que nunca logré entender).

Las horas pasaban y el agua crecía rápidamente. Los muelles ya estaban todos inundados. Las carpas, en su gran mayoría, ya habían sido desarmadas. Las mesas y sillas del lugar ya se hicieron inutilizables.
La cosa se empezó a complicar –más aún- al enterarnos de que ya no había más servicios de lanchas hacia el Tigre. Entonces debimos pasar la noche a la intemperie, con un frío húmedo que todavía repercute en mis huesos. Usurpamos una casa cercana (al estilo Okupas) y dormimos pésimamente unas 3 horas sobre el cemento.

Al amanecer, mire el reloj que marcaba las 8 y 25. Hora de despertar a los compañeros para tomarnos la primera lancha de regreso. Las caras lo decían todo: ¡qué noche de mierda habíamos pasado! Muchísimo peor fue cuando bajamos de la casa y notamos que todo lo que era un césped divino horas atrás se había convertido en una pileta interminable. El agua nos llegaba a las rodillas y así debimos caminar unos 100 metros con nuestras pertenencias hasta el muelle con menor cantidad de agua. Los minutos pasaban y la lancha “salvadora” no venía. Desesperación, caras largas y hambre eran moneda corriente entre los presentes.

Tras una hora de espera, apareció la lancha colectivo. Gritos y señas por doquier para que el conductor amarrase de una buena vez. Subimos inmediatamente, no había tiempo que perder. Tras una hora de viaje y vaivenes a raíz de la crecida, pisamos tierra firme nuevamente: ¡todos a salvo! .Alegría y aplausos espontáneos de parte de los pasajeros.

Fue ahí que advertí que la odisea, había llegado a su fin.
Importante: solo se narra el 50 % de lo sucedido. Lo restante será reservado para cuidar vuestra reputación.